Crear o copiar. – Evolucionar o involucionar.
A lo largo de mis años como docente de arte con personas de todas las edades —niños, adultos, tercera edad— he comprendido que el verdadero aprendizaje nace del desarrollo personal, no de la obediencia técnica. Por eso nunca impuse ejercicios rígidos: prefiero fomentar la búsqueda interior, la imaginación y la capacidad de convertir lo abstracto en una obra tangible y significativa.
Las técnicas se enseñan fácilmente. Lo complejo es pensar, imaginar, arriesgarse. Lo difícil es crear desde uno mismo y no desde el molde ajeno. Si nos limitamos a copiar lo establecido, solo multiplicamos un arte ya agotado y carente de alma.
¿Cómo puede un docente “oficial” estimular la creatividad si está encerrado en normas, cánones estéticos y programas que priorizan el aprobado sobre la evolución del pensamiento? El arte académico muchas veces reprime la imaginación en lugar de liberarla.
Entiendo el arte como un proceso de conexión entre el yo real y el yo imaginario. Esa fusión da lugar a mundos nuevos, formas inesperadas y lenguajes personales. Crear es también recordar quiénes fuimos —y somos.
“Y cuando estéis con un niño, recordad que también lo fuisteis.”
La evolución artística no depende de la tecnología, sino de la osadía de imaginar lo no dicho. Solo así dejamos de repetir lo aprendido y empezamos a descubrir lo propio.
Influencias y afinidades: el arte no es un dato
El arte, cuando cae en manos de burócratas, se convierte en una herramienta de control, un número en una tabla, un ítem en una encuesta de hábitos culturales. Se mide, se clasifica, se etiqueta… y se vacía. La estadística cultural, útil en ciertos contextos, se vuelve peligrosa cuando sustituye la experiencia por el dato, la emoción por el gráfico, la creación por el formulario.
“El arte no se produce en serie. No se puede auditar la imaginación.” — -Manifiesto por la Imaginación Libre
La antítesis de esta visión es el arte como acto de libertad radical, como expresión que no busca aprobación ni encaja en categorías. Frente al arte domesticado por los indicadores de impacto, defendemos el arte indócil, imprevisible, incontable y surrealista.


