diario
de Noticias 11-01-2007
El artista pamplonés expone en la galería
contraluz de la afcn
La
muestra, abierta hasta el 30 de enero, acoge el trabajo fruto de una estancia
de un mes en la capital francesa
paula
echeverría
Natxo Zenborain posa junto a una ampliadora
antigua en la galería Contraluz de la AFCN.Foto: patxi cascante
Pamplona. Ya lo avisa el título de la
muestra: No esperes ver... Lo que creas ver . Lo que se vea depende, en gran
parte, de los ojos de quien lo contemple. Puede ser lo que Natxo Zenborain
percibió en un instante concreto y ha plasmado en sus foto-pinturas ; o puede que
sea otra cosa, una idea diferente, una sensación nueva que, sin saberlo, acaban
de crear los ojos con un parpadeo, una sonrisa o una mueca de interrogante sin
respuesta. Lo importante es que quien contemple no se quede indiferente.
Y
es fácil que se cumpla el reto, porque las obras de Zenborain pueden tener
muchos calificativos, pero no casan con el término común. Tampoco su autor, si
por común se entiende aquél que sigue la senda de una sociedad que vive
deprisa, que trabaja, más que vive, también deprisa, y que apenas se detiene a
contemplar, a apreciar, a recuperar esa parte que Natxo Zenborain tanto adora
de los niños: la capacidad de admiración. En la muestra que exhibe hasta el 30
de enero en la galería Contraluz de la AFCN, el polifacético artista pamplonés
invita a ser niños de nuevo, a sorprenderse delante de cualquiera de las 23
foto-pinturas sobre vinilo mate que lucen coloridas en las paredes. Invita
también a un viaje. "Un pequeño itinerario por París, una ciudad con sus
peculiaridades", cuenta el autor. "Una mínima parte de lo que vi y me
hizo sentir la que llaman la ciudad de la luz , no por su luminosidad, sino
porque fue la primera ciudad a la que pusieron luz eléctrica", añade.
Y, desde ahora, la ciudad de la luz también
porque, en las obras de Zenborain, París desprende destellos, como lo haría en
la imaginación de un niño fantasioso que sueña en colores. Cada obra es, más
que un instante inmortalizado, una historia que habla a quien la contempla como
si éste fuera parte de ella, como si estuviera en ese París. Y todas sorprenden
por la manera en que están creadas. "Primero saco una fotografía con una
cámara digital, luego la escaneo y en el ordenador uno esa imagen con pinturas
que he creado para que surja algo nuevo", dice el artista. Lo mismo que
antes hacía manualmente. "La diferencia es que ahora la caja de pinturas,
el bloc para colorear, las tijeras y los rotuladores están metidos en un mismo
cajoncito, el ordenador, una herramienta que simplifica el trabajo",
cuenta.
un mes, día y noche La muestra de la galería
Contraluz exhibe el trabajo más reciente de Zenborain, fruto de una estancia de
un mes en París en noviembre de 2003. De aquel tiempo con sus horas, sus días y
sus noches, de aquellos paseos por parques, monumentos, cafés y glamurosas
boutiques surgieron, "por lo menos, 150 imágenes", apunta el
fotógrafo. De todas ellas, seleccionó 44, y finalmente se decantó por 23 para
la exposición. El proceso de trabajo con las foto-pinturas lo ha llevado a cabo
en 2006, y ahora lo muestra al público en forma de historia, de viaje poco
común, de sorpresa. Un experimento de tantos que inquietan al artista. "Me
gusta probar, jugar, enredar, como un cocinero que mezcla ingredientes. De la
experimentación y del error siempre salen cosas nuevas", asegura. Por eso,
no sabe decir qué tipo de fotografías hará dentro de cinco años, ni de dos
siquiera. "Sólo espero no seguir igual, ir a mejor o hacia algo
diferente", dice.
De momento, la obra de este fotógrafo
todoterreno, la que ha mostrado al público y la que no le han dejado mostrar,
puede visitarse en www.zenborain.com, su ventana al exterior. Una salida hacia
otros mundos posibles. "Internet no sólo es el mayor escaparate y la mejor
forma de comunicación, también es el mayor antídoto contra los abusos de
poder", asegura Zenborain.
Historia
sin final
En 2004, Natxo Zenborain realizó una
performance en la plaza Marmottan de París. Puso 150 zapatos de tacón alto que
se movían en formación y cambiaban de lugar a cada hora. Con esta acción,
acercó su arte a los ciudadanos y se comunicó con ellos. A Zenborain le
gustaría transformar espacios en su ciudad, Pamplona. Pero, como en los cuentos
los malos, en su historia también hay alguien que se lo impide. Desde hace
cinco años, cuando hizo una performance en el Pasaje del Seminario y el
Ayuntamiento le reclamó dinero por ocupación de suelo urbano... Por eso, el
artista desterrado tiene que irse fuera para mostrar sus creaciones callejeras.
Por ahora, no hay un final feliz para el cuento