ENTREVISTA
Natxo ZENBORAIN – Artista
«Me gusta manipular los objetos de alrededor
y crear mundos oníricos» Diciembre ha sido un mes
especialmente gratificante para Natxo Zenborain. El artista
iruindarra fue premiado el 16 con el premio Lorenzo el Magnífico
de la Bienal de Florencia, y el 19, nada más aterrizar en
Iruñea, inauguró una exposición de quince fotocalcografías y
foto-psico en la Foto-galería del hotel Maisonnave. Con ellas
espera sorprender al espectador y repetir en casa el éxito
obtenido en Italia. Diciembre ha sido un mes especialmente activo
y enriquecedor para el polifacético artista navarro Natxo
Zenborain. Invitado por primera vez a la famosa Bienal de
Florencia, conocida por ser punto de encuentro y reunión de
artistas de todo el mundo, el pasado 17 de diciembre Natxo
Zenborain culminaba su estreno en Italia con uno de los
prestigiosos galardones de la Bienal en la maleta, el premio
Lorenzo el Magnífico en honor a uno de los más famosos Medici
de la mítica saga de mecenas . El galardón, concedido por 7
críticos de arte de renombre internacional, lo destaca entre los
más de 600 artistas que participaron en la Bienal, lo que
siempre es motivo de satisfacción y de orgullo. Al día siguiente de su regreso,
el 19, Natxo Zenborain inauguró una exposición de fotografías
nada convencionales en el hotel Maisonnave, donde ahora, entre
montaje y montaje, también cuelga su flamante Lorenzo. Tal vez por ello, a la pregunta de
cómo se siente, el artista responde que «cansado y tratando de
tomar tierra, haber si me aclaro qué es lo que he hecho». Bajo el título de "Psico-art",
la exposición reúne una muestra de quince trabajos, mezcla de
imagen y de pintura, con los que espera sorprender al público,
tal y como lo consiguió con los críticos de Florencia, con
notable éxito además. «He reunido lo que yo llamo
fotocalcografías, que tienen una textura mucho más suave que
los colores intensos que utilizo en las fotografías normales, y
les da una especie de matiz aterciopelado, de gran suavidad. Pero
que nadie espere una exposición de fotografías políticamente
correctas», matiza. El crítico de arte Pedro Salaberri es quien pone
en palabras las múltiples sensaciones que Natxo trasmite con su
obra. «Está claro que el mundo es un espectáculo, por lo menos,
visto con los ojos de Nacho Zenborain. Todo lo que tenemos
alrededor es susceptible de ser modificado. Me parece que cuando
Natxo mira cualquier cosa que tiene cerca está transformándola
de manera automática, se niega a aceptar aquello como se ve y
decide cambiarlo. En parte, porque quiera divertirse, y, también,
porque modificar el aspecto de las cosas es una forma creativa de
apropiárselas, y una manera de combatir la pereza y la rutina
que, a veces, nos impiden descubrir y disfrutar lo que tenemos
cerca. En todo caso, es seguro que el mundo que ahora nos propone
va a cambiar de nuevo en cuanto tenga la más mínima
oportunidad» La inquietud
elevada al arte
Paralela a su necesidad de
transformar la realidad que le rodea, se encuentra su curiosidad
por experimentar con las posibilidades que ofrecen las diferentes
disciplinas artísticas, lo que hace que Natxo Zenborain pueda
conjugar fotografía con pintura, dibujar tanto en lienzos como
en murales, hacer instalaciones, protagonizar performances o
montar audiovisuales. «Nunca estoy quieto señala. Me gusta
seguir manipulando los objetos que tengo alrededor, porque hacer
siempre lo mismo me aburriría mucho». En sus manos, esa manipulación de las imágenes
cotidianas se transforma en una invitación a conocer otros
mundos. «La realidad que hago se traduce en mundos oníricos,
donde introduzco paisajes, fondos y formas que no tienen nada que
ver con las humanas. Son como mi propio microcosmos, porque son
fruto de mis pinturas y de mis fotografías. Doy un enfoque
totalmente diferente a la realidad». Las fotografías expuestas en el
Maisonnave se mueven por los derroteros de la psicodelia, un
mundo que le fascina desde hace tiempo. «El arte, como yo lo
entiendo, no puede estar limitado por nada ni por nadie, por eso
experimento continuamente. En el arte no se puede hacer un
círculo y de aquí no se sale. Es una constante investigación,
de la que salen nuevas actividades». Esa constante investigación tiene
como fin buscar un resultado «que impacte en el espectador, que
lo obligue a detenerse y pensar, a ver los alrededores de las
fotografías». Sin embargo, lo suyo no es la provocación. «La
provocación por la provocación siempre me ha parecido bastante
estúpida manifiesta. Una provocación simplona puede llamar
la atención, pero no me convence. Ya que tengo otro tipo de
estética y puedo dar otro tipo de imagen, no necesito esa
provocación simple que aflora en muchas exposiciones modernas.
Con todos mis respetos, pero mi trabajo es un trabajo más
laborioso para llegar a un resultado». * |